En 1963 fue inaugurado el nuevo edificio institucional de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Santiago, ubicado en el centro histórico de la ciudad. No era la primera sede que la institución de origen norteamericano tenía en la capital, pero sí la primera diseñada para albergar un programa mixto, que incluía actividades pedagógicas, deportivas, sociales y culturales. Innovador tanto por la convivencia de usos como por la solución vertical propuesta, el edificio reflejaba los intereses de la institución y sus visiones respecto a cómo debía ser orientada la juventud chilena en un contexto de modernización y acelerada transformación social. Representativo de un periodo de colaboraciones entre Chile y Estados Unidos, el proyecto es continuista de algunas de las lógicas del panamericanismo de entreguerras, pero en un contexto de Guerra Fría. Su concepción y gestión condensan relaciones de poder transnacional, dentro de un marco global de intereses políticos, comerciales y culturales. Financiado con aportes del Comité Internacional de las Asociaciones Cristianas de Jóvenes de los Estados Unidos y Canadá, de empresas norteamericanas instaladas en Chile y de sociedades filantrópicas estadounidenses, su construcción es resultado de las relaciones entre el capital empresarial y una entidad civil de origen religioso. En los cruces entre la historia política y la historia de la ciudad, el artículo indaga en los entretelones del diseño, financiamiento y construcción de un edificio sede a partir de archivos institucionales, buscando comprender las visiones compartidas entre la Asociación y un ecosistema empresarial en relación a la economía de mercado, la educación de los jóvenes y la democracia liberal.